Para la ocasión, el monstruo presentado no tiene intención de asustar si no mas bien de simular; un golem, o por lo menos la cabeza de uno, creado de materia inanimada tanto en la ficción como en la realidad. De manera maquinal pero no espasmódica, lee: no tiene la naturalidad ni la delicadeza de un ser humano, pero cumple con las necesidades escenciales para llevar a cabo su tarea, de duración indefinida.
Los materiales que componen este trabajo fueron seleccionados y empleados principalmente por su funcionalidad, por la practicidad que ofrecían para concretar la materialización; todos excepto la arcilla, que junto al gesso, juega un papel escencial en cuanto a la estetica. Entre la lista de componentes se pueden encontrar placas de fibrofácil de 5 mm de espesor, chapa de aluminio (reciclada de una imprenta), alambre negro grueso de albañil, alambre negro fino "práctico", clavos, tornillos, resortes, tanza de pesca, pelotas de ping pong y por último, papel de diario.
El movimiento consiste en dos ojos montados en una cabeza, que solo funcionan para leer. La acción de leer la escritura occidental se realiza de izquierda a derecha, y de arriba hacia abajo, el movimiento resulta en una sutil trayectoria lateral de las pupilas desde la posición inicial (inicio del renglón), hasta la final (termino del mismo renglón); reiniciando dicho movimiento con una vuelta brusca y veloz a la posición inicial. Este movimiento resulta parecido al de una maquina de escribir en uso.
La idea parte de la frase sobre dar un soplo de vida, convertir la materia inanimada en algo vivo. Esta era la consigna principal del trabajo pero también resolví en aplicarlo como concepto principal para el trabajo mismo. Aqui lo que hay es un golem, vivo gracias a poderes mágicos; a menos que algun curioso saque el armazón y se atreva a descubrir la verdadera magia que hay dentro.
Es re, requete difícil seguirte el rastro a vos.
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